¡Anda! ¿Dónde queda esa playa tan maja, con esa arena dorada, ese cielo azul, esas aguas color turquesa? ¿Es el Caribe? ¿Es Miami? ¿Menorca? ¿Benidorm?
Pues ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá, es una cala pequeñita entre el Club de Golf Mataleñas y el Cabo Mayor que vimos mientras recorrÃamos la senda peatonal desde el Hotel Chiqui al Cabo. Sumado al dÃa casi veraniego, y eso que eran finales de octubre, esa luz, ese agua, asà salen estos resultados.
Olor a vaca
Una de las cosas que habÃa olvidado en Galicia era el olor a vacas. Cuando era pequeñito, a base de ir a la aldea de mis abuelos tenÃa contacto frecuente con granjas, vacas, purÃn, etc, y sus maravillosos olorcillos derivados. De un tiempo acá las explotaciones ganaderas y lecheras las están pasando canutas por lo poco que les pagan la carne y la leche, muchas de ellas han tenido que cerrar (incluida la de mis parientes) y a pesar de hacer muchos kilómetros por Galicia adelante era un olor que prácticamente habÃa olvidado. Llegado aquà todo eso ha vuelto de golpe por la cantidad de granjas que hay, o he caÃdo en zona de vacas, o se ven muchas más que allá. Las ves pastando por un montón de sitios y en cualquier momento te llega ese tufillo a granja cerca.
Otra cosa sorprendente es que, según me comentaron, hay quien tiene extensiones de prado y las dedica sólo a producir hierba, que luego cortan, empaquetan tal que asÃ:
Y las usan para su granja o se las venden a otras. Por cierto, estas pacas de hierba serán muy fotogénicas pero no veáis qué olor mandan también. La empaquetan recién cortada y debe ser que fermenta o algo por el estilo al secarse porque menuda peste se nota en cuanto te acercas.
Fracaso como preludio de éxito
El tÃtulo es por darme ánimos, también podrÃa ser «a jorobarse por no asegurar». Teniendo el aeropuerto de Santander bastante cerca de casa, lo primero que se hace en estos casos es consultar el Google Maps para buscar una posición adecuada desde donde retratar avioncitos bien favorecidos. Y la encontré, hay un sitio mas que perfecto para fotografiarlos justo en el momento del aterrizaje. Allá me fui listo, presto y dispuesto con mi cámara, esperé un rato y no tardó en aparecer uno aproximándose para aterrizar. Aquà lo tenéis en plena maniobra:
Hay que reconocer que la foto gusta, pero en realidad buscaba otra con el avión casi tocando tierra. Cuando estaba justo en la posición deseada, medio apreté el botón de la cámara para sacar la fotaza de mi vida… en esto que la cámara se pone ella sola a enfocar sabe dios dónde menos al avión (mientras enfoca no deja disparar), que pasa por delante de mis narices, aterriza y se me queda una cara de tonto que no veas… compuesto y sin foto. Me está bien por avaricioso, por querer sacar ésta y otra más en vez de asegurar la que más me llenaba el ojo. En fin, motivos para volver al aeropuerto una vez y otra vez hasta que me aburra.
Ah,por si no lo sabéis, esto de sacarle fotos a los aviones también tiene un nombre: spotting.
Suerte que no sé leer
Porque si supiera, y le hiciera caso a los carteles…
…me perderÃa fotos como ésta y un recorrido precioso por los alrededores del faro de Cabo Ajo. Y no es que suela ser yo muy irrespetuoso con los cartelitos, pero delante mÃa iban cuatro personas que parecÃan ser de la zona y pasaron tan normalmente que me dije si ellos pasan será que se puede pasar.
Ya le decÃa yo a la parienta que para estas cosas lo mejor es aprenderse cuatro frases en ruso, en caso de que algún dÃa aparezca un guarda se las sueltas todas seguidas mientras pones cara de «no entiendo ni papa de español» y si cuela, cuela…
Restos del otoño
De todos es sabido que el otoño es una época que nos chifla a los que cargamos con una cámara fotográfica, por su luz, su colorido y esos árboles que se enrojecen y amarillean. Pues este año la llevamos clara, con el tiempo tan raro que hay (la semana pasada paseaba con mis perros por la playa a veinte grados) casi no he visto las tÃpicas señales otoñales y la primera foto más o menos representativa de ésto que os comento la hice el domingo pasado en el Desfiladero de la Hermida camino de Potes.
No es que sea una maravilla pero menos da una piedra…
Abonado a Tusbic
Algo que me hacÃa mucha ilusión era el sistema de préstamo de bicicletas que hay en Santander. Provengo de Vigo, donde esto no existÃa de momento (aunque sà en Pontevedra ciudad), y las veces que pasé por aquà siempre me pareció algo utilÃsimo. Puedes abonarte diariamente (1 euro), semanalmente (5 euros) o un abono de larga duración (10 euros por un año), que es el que más compensa. La primera hora es gratis, por la segunda y siguientes pagas de 0,30 a 0,60 euros dependiendo del tipo de abono que tengas. Yo me pedà el abono de larga duración, te inscribes a través de internet y en unos veinte dÃas llegaron a casa mi tarjeta y la de la jefa, que tienen este aspecto:
Ahora cuando voy a Santander cojo una bici, me voy de una punta a la otra y la dejo en cualquier otra estación de recogida (creo que hay catorce). Me doy una vuelta andando, vuelvo a coger bici, pedaleo otro rato y vuelvo a dejarla. Al haber carril bici te recorres media ciudad en menos de cinco minutos y ni tiempo te da para empezar a sudar. Cuando empiece a combinar Feve con bicis puede ser la repera.
Hasta aquà también ha llegado la moda
La de los candaditos, lo confirmo, ya me la he encontrado en el paseo que va del Hotel Chiqui al faro de Cabo Mayor. Un mirador, una valla hecha con cable de acero y como no, docenas de candados.
Pues nada, ponemos un candadito en posición, que se vean los autores, elegimos un fondo llamativo que mejore la foto y aquà queda el resultado.
La Playa del Camello
Sin duda, la playa mas conocida de Santander es el Sardinero, pero no es la única. Al lado, y pegadita a la PenÃnsula de la Magdalena, está la playa del Camello que recibe ese nombre por la forma de una roca que sobresale del agua.
Aquà os dejo otra foto, un poquito más cercana y desde otro ángulo.
P.D. Por si hay dudas, el camello es el de detrás.
Aterrizaje
Para ir finalizando la historia del traslado, recuerdo que los kilómetros se nos hicieron muy largos, probablemente por haber estado toda la mañana con el tute de la mudanza y porque a medio camino empezó a llover y eso cansa aún más. No fue fácil. Para colmo, el veterinario nos habÃa dado un calmante para que los perros se relajaran y no lo pasaran mal en el viaje, mi perra tanto se relajó que no dudó en aliviarse bien aliviada en el coche y desde la salida de Galicia hasta Cantabria me acompañó un magnÃfico olor a «cagaos y meaos» que aún costó sus buenos fregoteos para quitarlo. Llegamos a nuestro destino sobre las once de la noche, bastante cansados. Descargamos lo necesario, cenamos algo y a dormir.
Al dÃa siguiente nada más levantar, uno de los coches con una rueda pinchada, menos mal que por lo menos tuvo la decencia de no pinchar a medio camino. La casa más o menos bien, salvo la caldera del gas ciudad. Estaban sin avisar los del servicio técnico encargados de ponerla en marcha y sin caldera no hay agua caliente. Buen comienzo, si señor, con lo que me gustan las duchas frÃas…
El resto, lo que hace todo el mundo cuando se traslada. Llamadas y más llamadas para cambiar la dirección en Hacienda, en la seguridad social, en los bancos, con los móviles, ir a empadronarse, etc. Empezar desde cero, en Galicia sabÃamos donde estaba el supermercado, el médico, el taller y todo eso. Aquà no. No tenÃamos idea de nada asà que todó investigar, preguntar, buscar… descubrirlo todo de nuevo, hacer kilómetros, ver nuevos paisajes en los que algunas cosas os aseguro que me recordaban vagamente a Galicia, no sé porqué…
Dia de elecciones
Hoy, dÃa de elecciones, momento histórico para el paÃs y etc, etc, etc, pasamos de todo y optamos por recuperar viejas costumbres como son los domingos itinerantes de aquà para allá, completando la primera aproximación a mis queridos Picos de Europa, llegando hasta Potes y ya que estábamos allÃ, dándonos un homenaje en forma de cocido lebaniego acompañado de un vino de la zona de Liébana que nos sorprendió gratamente por lo bien que entraba. De postre un Canónigo, o lo que es lo mismo, un souffle de merengue y caramelo con natillas para completar un aporte calórico digno de un hipopótamo famélico.
A ver si adivináis dónde… una pista:
En «El Cenador del Capitán«, lugar por el que ya habÃa pasado y me tiene encantado por la amabilidad y atención de los camareros, lo impresionante del papeo y lo contenido de los precios.