He aquà Alceda, un pueblo camino del Puerto del Escudo con bastante arquitectura civil interesante pero cuyo hecho distintivo más relevante para mi fue que al parar y abrir la ventanilla, de pronto nos inundó un olor a sobao pasiego que flotaba en el ambiente. Las glándulas salivares a cien por hora, el estómago haciéndole los coros y yo conteniéndome porque llega la operación bikini y esto no puede ser, que uno sabe cuando empieza a comer sobaos y quesadas pero nunca cuando acaba.
Buscando algo de información he visto que los más conocidos son los de «Casa Luca» en Alceda. Me lo apunto para pasar por allà en otoño, cuando empieza a ser necesario coger reservas para los rigores invernales. Ese y «El estanco» en la Vega del Pas, por donde pasé de vuelta de esta excursión pero claro, domingo por la tarde es igual a comercio cerrado…