Soy muy poco de comer a base de hamburguesas (Burrikines y McDonals absolutamente vedados) pero en la última visita a Biarritz era tarde, no sabÃamos donde comer, pasamos por una terraza al pie de la Grande Plage y aquello fue un amor a primera vista. Explanada a pie de playa, más que sillas eran sofás orientados hacia el mar, se estaban comiendo unas hamburguesas con una pinta impresionante asà que vengan dos de lo mismo. Sus patatas fritas, su ensalada y un buen trozo de carne con tomate natural, lechuga, cebolla y queso. Igual era de gato, pero el gato estaba buenÃsimo y con el hambre que habÃa ya ni os cuento.
Para ayudar a bajar el condumio nos pimplamos una botella de sidra bretona, otra costumbre a la que nos apuntamos en cuanto podemos. De hecho a la vuelta de Burdeos medio maletero vino ocupado por botellas de varias marcas de sidra. No sé qué será, si la raza de las manzanas o el tratamiento que les dan, pero sale una sidra más dulce que la de aquÃ. Y eso que la sidra asturiana o cántabra me gusta, pero ésta me gusta más. Hay de dos tipos, la brut que tiene cinco grados o la doux, más dulce y con sólo dos grados. Yo me quedo con la doux.
Además, buen detalle por su parte, sin necesidad de pedirlo trajeron una bolsa plástica llena de agua con hielo para mantener la sidra fresquita y que pudiéramos disfrutar del primer al último sorbito. Anda que no vivimos mal ni ná…
6 comentarios Escribir un comentario