Gijón lo tenemos a unas dos horas de camino desde Santander, todo por autovÃa y sin pisarle mucho al coche. La última vez que estuve por allà era febrero de 2014 y ese fin de semana habÃa aviso de temporal de olas que entraban una tras otra por una esquina de la playa de San Lorenzo.
Como no podÃa ser de otra forma, montones de gente viendo el panorama y disfrutando de la fuerza de la naturaleza. Ya pueden avisar que no se acerquen al mar, ya pueden dar todos los avisos que quieran, que estas cosas hay que vivirlas sà o sÃ.
Con lo que me gusta a mi andar y hacer kilómetros esa playa tiene un paseo que la recorre de una punta a la otra y continúa por la costa, pasando junto a la madre del emigrante hasta el Parque de la Providencia. Casi seis kilómetros con placas que van indicando la distancia recorrida.
Al otro lado de la penÃnsula sobre la que está el barrio de Cimadevilla, el mar batÃa con ganas el espigón que protege el puerto deportivo de la ciudad. Por supuesto, gente asomada al muelle a ver cómo viene de fuerte el oleaje.
Lo malo de dÃas asà es que lo mismo tienes un sol precioso que toca salir corriendo porque cae un chaparrón con ganas que deja el suelo empapado. Como te pille a la intemperie vete preparándote…
Ganas no me faltan de volver, pero echando una ojeada al precio de los hoteles como se nota que es ciudad turÃstica porque menuda subida con respecto a los precios de invierno, a mi lo de 120 euros o más por dormir una noche en una habitación de 4×4 metros sin incluir siquiera el desayuno pues como que no. Tocará andar atento en septiembre-octubre y si viene algún fin de semana de esos con sol y buena temperatura buscar alojamiento a toda mecha para ir a disfrutar de la sidra nuevamente.