En el muelle de DÃcido, cerquita de la playa del mismo nombre (allà al fondo) y del famoso cargadero (siguiendo hacia la izquierda esta carretera que se ve en primer plano), me encontré con un muro sobre el que destaca una figura de don Neptuno, el dios del mar.
Aquà está en todo su esplendor, luciendo fina y elegante sobre un soporte con escaleritas algo sucio y descuidado pero qué se le va a hacer si va a juego con el resto del muelle.
Tridente en ristre, sus vergüenzas aparecen tapadas por un bicho marino con la cola acabada en una especie de hoja de parra, detalle fino y elegante donde los haya puesto que si a un dios marino se le quiere honrar con un «aparato» digno de su rango, tal hecho podrÃa causar horror y espanto entre las huestes mas conservadoras del pueblo, en tanto que si se le añade un artefacto de dimensiones reducidas, la ira del dios al verse objeto de burlas y chanzas podrÃa llevarle a dirigir la furia del mar hacia este lugar hasta dejarlo reducido a escombros. Dura vida la del escultor, teniendo que tomar decisiones trascendentales que pueden afectar a la existencia de dioses y hombres y teniendo tan buen juicio como para conseguir llegar al final a una decisión elegante a la par que discreta.
En la placa del monumento se aclara a quien está dedicada la estatua, asà como una curiosidad como que por tal nombre se conocÃa también a la concesión minera que afectaba a la playa de DÃcido.
¿Una concesión minera? ¿En la playa? Supongo que extraerÃa una explotación de cantos rodados, porque otra cosa no vi por allà como para extraer, y tanto la ausencia de arena como la exagerada abundancia de piedros enormes conseguÃan que hasta las playas de Niza parecieran buenas.